Mis fuentes de inspiración las he hallado viviendo intensamente en Cataluña, en Barcelona, en la zona del Maresme, en el azul del mar, en el marrón de los algarrobos y en el ocre de la tierra; en mi antiguo barrio de Sarrià, en sus calles silenciosas, donde un fraile paseaba leyendo un libro de oraciones; en la Barcelona histórica, de piedras negras y grises, llenas de esgrafiados; en los talleres de mi infancia familiar, en el Museo de Arte Románico, y también viendo Gaudí, Picasso, Miró, Tàpies; bebiendo de nuestra cultura abierta al Mediterráneo, pero también de mis viajes de contraste a Oriente, de misterio a los Países Árabes y a África, de identificación a la vieja Europa, de exuberancia geográfica y arquitectónica a América.
Muchas veces trabajo como un músico, en forma de variaciones; hago una serie de obras que solo se diferencian entre sí por la forma, resultante de leves movimientos que desplazan, amontonan o aplastan los materiales.
